Este libro-reportaje es inferior al del Sha. Es la historia de Haile Selassie, emperador de Etiopía durante 40 años, hasta 1974. Me ha gustado la parte inicial, cuando cuenta con detalle el día a día del Rey de Reyes. A través de entrevistas, entre las que intercala capítulos breves de su pluma, Kapuscinski traza un relato que hubiera pasado mejor si se tratara de un cuento, tal es el asombro que provoca saber que esto ha ocurrido realmente en pleno S. XX. Un tipo que no lee ni escribe nada, que tiene un criado cuyo cargo se llama porta-cojín, y otro que se ocupa de limpiar (con perdón) el pipí que el perro del Emperador deja en los zapatos de las visitas durante las audiencias, que divide el día en horas perfectamente llenas (oír secretos de su policía, repartir cargos, ocuparse de las cuentas, atender a sus ministros, impartir justicia, etc.). Y así un día tras otro.
La segunda parte de libro, la caída, es más floja. Larga y reiterativa, excesivamente minuciosa. Tanto detalle aturde y desinfla el interés conquistado hasta entonces. Pero sólo por la primera vale la pena.
No queda muy claro si Selassie era un tirano feudal, un demente megalómano, un padre de la patria, un infatigable trabajador severo pero justo, o un payaso. O todo a la vez. En todo caso me ha gustado reencontrarme doblemente este verano con el periodista polaco.
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