Janne Teller

Janne Teller (Dinamarca, 1963) quiso escribir una novela para adolescentes y se metió en la cabeza de Pierre Anthon, un joven de catorce años que cree que nada tiene sentido. Si después no hay nada, concluye, todo es fingimiento, apariencias y convenciones, ¿para qué preocuparse u ocuparse de cualquier cosa entonces? Sus desmoralizados compañeros de curso deciden demostrarle que se equivoca y durante meses reúnen lo que denominan «un montón de significado»: cada uno pide a otro que entregue lo que considera que le importa más, en una escalada de apuestas cada vez más altas. Como en El señor de las moscas, la cosa termina en tragedia.

Agnes narra todo sucedido ocho años después y recuerda cómo estuvieron dispuestos a poner precio a cosas que representaban valores esenciales como la propia dignidad, la patria, la inocencia o la fe. Cada joven se ve enfrentado a valorar sus intereses (el apego a la propiedad, el respeto a la muerte, la virginidad o el precio de una vida) en un drama moral con terribles consecuencias. Una imagen sagrada, de un modo aparentemente casual, es tratada de una forma particularmente irreverente.

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No tengo miedo, de Ammaniti

De Ammaniti ya les comenté favorablemente Como Dios manda. No tengo miedo es otra buena historia. El pequeño Michele de 9 años vive con su familia en una pequeña aldea de apenas un puñado de casas. Los mayores toman un feo atajo para salir de la pobreza y Michele descubrirá un secreto que transforma su modo de ver la vida.

Ammaniti juega con la elipsis y con el crescendo y atrapa irresistiblemente al lector. El mundo infantil de Michele y sus amigos es presentado de modo vivo y atractivo y muy realista. Son muy buenos los diálogos y las situaciones que muestran a unos niños crueles y leales, imaginativos, curiosos y obstinados.

El final no me ha dejado muy satisfecho pero el camino hasta ahí ha sido agradable.

(Esta novela, y Como Dios manda, han sido llevadas al cine por Gabriele Salvatores).

D’Avenia

Mamá, ¿por qué te casaste con papá?
Porque quería amarlo.

Observen, no porque estaba enamorada, ni siquiera porque le amaba, sino porque quería quererle, quería comprometerme a amarlo. Creo que es una excelente definición del matrimonio y del amor.

Preciosa historia romántica esta primera novela de D’Avenia. Conmovedora. Beatrice tiene los ojos verdes, el pelo rojo y leucemia. Leo tiene dieciséis años, su moto, su amigo Niko, el fútbol, su confidente Silvia, y su profe de filosofía. Leo está despertando a la vida y ya intuye que lo más importante es el amor. Pero, con él, le llega el dolor y tiene que ir digiriendo muchas cosas de golpe.

Una novela de iniciación bien construida, sin melodrama, tolerablemente poética (todo el juego de los colores), un pelín demasiado didáctica pero se le perdona porque lo que se muestra es sólido (el papel de los sueños y de qué deben estar construidos para que sirvan). En fin, que me ha gustado bastante, y eso que la empecé con ciertas reservas.