Landero

Cumplió hace unos días sesenta años. Cuando era profesor de literatura en Extremadura, se pasó años afilando su primera novela. Como no la aceptaba ninguna editorial, no terminaba de darla por concluída. La pulía y la pulía. El resultado final, que Tusquets se apropió con buen ojo, es la estupenda Juegos en la edad tardía, una de las mejores novelas españolas de los noventa. Fresca, sorprendente, cínica y tierna a la vez y, sobre todo, magníficamente escrita.

Desde ese lejano 1989, Landero duerme en un limbo creativo del que no parece saber salir. Se toma su tiempo para cada libro, consciente de que se le espera. Todos sus productos posteriores son dignos, pero ninguno a la altura de su primera historia. Yo le he seguido fielmente hasta El guitarrista (2002) pero, escéptico, no me he animado con la última.

Si no han leído su primera novela, no lo duden.

Teresa de Jesús

He releído lentamente durante los dos últimos meses la biografía de Teresa de Jesús que escribió Marcelle Auclair. Teresa es un gigante. Me gustan sobre todo tres cosas de ella:

Que tuvo que vencer su natural inclinación a lo mundano.
Que le encantaba reir.
Que se proponía algo y nada la detenía.

Hay muchas más cosas: su obediencia, su capacidad de estar en lo más subido y a la vez en lo más menudo, su discernimiento de los demás, sus libros estupendos, etc, etc, etc.

El libro está muy bien escrito. Auclair se ha metido a fondo en la santa y documenta o aventura interpretaciones con rigor y sensibilidad. El libro me impresionó más la primera vez que lo leí, y ahora la segunda mitad se ha hecho más larga, algo repetitiva, dedicada a las fundaciones y al de la vida de Teresa.