Cumplió hace unos días sesenta años. Cuando era profesor de literatura en Extremadura, se pasó años afilando su primera novela. Como no la aceptaba ninguna editorial, no terminaba de darla por concluída. La pulía y la pulía. El resultado final, que Tusquets se apropió con buen ojo, es la estupenda Juegos en la edad tardía, una de las mejores novelas españolas de los noventa. Fresca, sorprendente, cínica y tierna a la vez y, sobre todo, magníficamente escrita.
Desde ese lejano 1989, Landero duerme en un limbo creativo del que no parece saber salir. Se toma su tiempo para cada libro, consciente de que se le espera. Todos sus productos posteriores son dignos, pero ninguno a la altura de su primera historia. Yo le he seguido fielmente hasta El guitarrista (2002) pero, escéptico, no me he animado con la última.
Si no han leído su primera novela, no lo duden.